[Publicado originalmente en Nutrición y Vida el 04 de junio de 2019]
La vitamina D es un nutriente crítico que se proporciona de forma limitada con la dieta y con el uso de suplementos. Su principal fuente de contribución corresponde a la biosíntesis en el cuerpo humano en respuesta a la exposición a la radiación solar ultravioleta B. Se ha estudiado que bajos niveles de ella están relacionados con la pérdida de la función motora que mayormente afecta a las personas mayores.
La vitamina D existe en dos formas: colecalciferol (vitamina D3) y ergocalciferol (vitamina D2). La D3 se sintetiza en la piel después de la exposición a la radiación solar ultravioleta B (UVB), en tanto, la vitamina D2 se absorbe en el intestino delgado (yeyuno e íleon) a través de un mecanismo que puede absorber aproximadamente el 75% de la ingesta de alimentos y suplementos.
Solamente se puede obtener una pequeña cantidad de vitamina D (10%) a partir de la dieta, ya que pocos alimentos la contienen de manera natural, como los pescados grasos (salmón, atún, jurel) que alcanzan una contribución de hasta 360 UI / 100 gramos y productos lácteos (leche, yogur y huevos) que no exceden de 100 UI / 100 g. El estado de la vitamina D se mide comúnmente evaluando las concentraciones de 25-hidroxivitamina D [25 (OH) D] en la sangre.
Los bajos niveles de vitamina D se han relacionado con los cambios estacionales, la latitud y el envejecimiento. Esto está relacionado con una menor exposición al sol, el uso de protector solar que interfiere con la producción cutánea de vitamina D, un bajo consumo oral de vitamina D y un aumento en el índice de masa corporal.
Vitamina D: Un marcador del estado de salud general en las personas mayores
A pesar de que la deficiencia de esta vitamina es cada vez más común en todo el mundo, las personas mayores constituyen el grupo de riesgo para esta afección, ya que tienen una capacidad reducida de la piel para producir 25 (OH) D, lo que resulta en una menor producción después de exponer la piel a la radiación UVB, agravado por el hecho de que las personas mayores tienden a exponerse menos a el sol.
Ser persona mayor de 60 años, y sobre todo centenario y supercentenario, no siempre es sinónimo de estar viviendo un envejecimiento saludable, ya que con frecuencia se observan infecciones graves, hospitalización y discapacidad. En este contexto, una posible estrategia para mantenerse saludable es preservar las funciones principales del sistema inmunitario, con el objetivo de que se enfrente el proceso de envejecimiento de una mejor manera.
La vitamina D es fundamental para tener una buena salud, ya que actúa sobre la médula ósea, el cerebro, las mamas, las células malignas y el sistema inmunológico. Hay pruebas sólidas de la correlación entre la deficiencia de vitamina D y la pérdida de funciones motoras en las personas mayores. En particular, algunos estudios indican que existe una correlación entre los niveles de vitamina D y la disminución del riesgo de caída, lo que lleva a que la deficiencia de vitamina D se asocia con la pérdida de fuerza y debilidad muscular.
De la misma manera, hay precedentes que indican que la vitamina D podría ayudar a prevenir la neurodegeneración porque juega un papel importante en la expresión de factores neurotróficos, neurogénesis, homeostasis del calcio y desintoxicación. En estudios transversales, también se ha observado una asociación entre niveles bajos de vitamina D y pérdida cognitiva.
La sarcopenia
La sarcopenia es una característica del envejecimiento biológico que se caracteriza por pérdida de masa muscular y fuerza y tiene serias repercusiones en la salud de las personas mayores debido a su alta prevalencia y su asociación con la mortalidad, la pérdida de funcionalidad, la dependencia, las caídas y la disminución de la función inmune. Aunque es un proceso biológico natural, es posible prevenirlo, retrasar su aparición e incluso revertirlo mediante intervenciones dirigidas a mejorar la nutrición y la actividad física.
La prevalencia de sarcopenia en personas mayores es alta, variando según los grupos de edad y los criterios utilizados entre el 13,5% y el 25% en personas mayores de 70 años y entre el 25% y el 60% en personas mayores de 80 años. Varios estudios han demostrado que la sarcopenia es un buen predictor de la mortalidad y la funcionalidad en las personas mayores; así como un factor de riesgo para la osteoporosis.
Las pautas basadas en la evidencia recomiendan una ingesta mínima de 800 UI hasta un máximo de 4000 UI diarias de vitamina D. La brecha entre la ingesta de referencia dietética recomendada oficialmente para la vitamina D y la alta prevalencia de deficiencia de esta vitamina en la población general, requiere la acción de las autoridades sanitarias para integrar el concepto de seguridad de la vitamina D, formulando recomendaciones para mantener concentraciones circulantes adecuadas de 25 (OH) D, evitando una posible toxicidad.
Políticas de salud para fortificar alimentos y/o suplementar con vitamina D
Se ha descrito que los bajos niveles de Vitamina D se relacionan con la obesidad, especialmente con la grasa abdominal. Varios estudios han demostrado que la deficiencia de los niveles plasmáticos de 25 (OH) D se asocian con la obesidad, incluido el aumento del IMC (Índice de masa corporal), el porcentaje de masa grasa y la circunferencia de cintura aumentada; aunque los mecanismos no están totalmente aclarados considerando la alta liposolubilidad de la vitamina D, el aumento de la adiposidad puede resultar en una biodisponibilidad disminuida debido al secuestro de esta vitamina en el tejido adiposo.
En este sentido, la alta prevalencia de insuficiencia de vitamina D en las personas mayores puede atribuirse principalmente a factores del estilo de vida – como la movilidad, la actividad física, el tiempo que pasan al aire libre y el peso corporal – que es común en este grupo de población. A lo anterior se debe agregar que el ser humano a medida que envejece tiene una capacidad reducida para sintetizar 25 (OH) D por vía cutánea.
Todos estos factores del estilo de vida y la edad pueden influir en el riesgo de desarrollar enfermedades. La sarcopenia puede llevar a varios problemas en los adultos mayores, sin embargo, una nutrición adecuada y una suplementación pueden mejorar estos problemas y la calidad de vida de las personas mayores.
Debido a que un buen estado de la vitamina D es una consecuencia de un estilo de vida activo y saludable, las recomendaciones sobre los suplementos de vitamina D deben dirigirse principalmente a los adultos mayores con enfermedades metabólicas, sarcopenia y fragilidad.
Los avances recientes en nuestro conocimiento sobre la seguridad del tratamiento con vitamina D, con una relación eficaz dosis-respuesta de la ingesta de vitamina D y los niveles de 25 (OH) D, proporcionan una base sólida para introducir o modificar la fortificación de los alimentos con vitamina D para mejorar la salud pública y la calidad de vida de las personas mayores.