Publicado originalemente por Universidad de Chile
La académica, integrante de la Red Transdiciplinaria de Envejecimiento de la U. de Chile y académica de la Facultad de Ciencias Sociales, explica cómo, más allá de estar situada en una fecha determinada, esta nueva etapa emergente por el aumento de la esperanza de vida -la cuarta edad-, amerita una atención especial por parte de las políticas públicas. Pero no sólo eso: “hay que mirar cuál es la experiencia que están teniendo los sujetos de la vejez en la sociedad moderna”.
Mayormente mujeres, los adultos mayores en Chile –según el Censo 2017- ascienden al 16,2 por ciento de los habitantes del país, evidenciando un cambio demográfico ya anunciado: el envejecimiento de la población.
Si en 1992 un 6,6 por ciento de las personas tenía 65 y más años, en el Censo 2017 la cifra arrojada fue un 11,4 por ciento. De esta población, a su vez, el 16,5 por ciento corresponde a personas que superan los 80 años. ¿Cuáles son las características de esta población y de esta etapa de la vida actualmente denominada como cuarta edad?
Como explica la académica de la Facultad de Ciencias Sociales, experta en antropología de la vejez y el envejecimiento, e integrante de la Red Transdisciplinaria sobre Envejecimiento, Paulina Osorio, las mayores posibilidades de caer en dependencia son las que pueden o no circunscribir a una persona en esta nueva etapa en la que se adentrarán cada vez más personas, y la que recién el año pasado se reconoció legalmente en nuestro país.
¿Hay una fecha exacta en la cual comienza la cuarta edad?
Eso ha ido cambiando porque al principio el concepto se acuñó en Europa en los años ’80. Se creó esta categoría pensada para personas mayores de 70 años en términos cronológicos, pero actualmente -cuando el concepto llega a nuestro país-, la política está focalizada en mayores de 80 años. Esto, porque no solo tiene que ver con la edad cronológica, sino que con las características de los sujetos de la población.
¿Hay algunas características involucradas?
Se supone que en general se entendía la vejez y se la conceptualizaba como la tercera edad en términos generales y ahí los sujetos tenían ciertas características: mayor vulnerabilidad, mayores posibilidades de contraer enfermedades crónicas, de caer en una dependencia, pero posteriormente -con el aumento de la esperanza de vida-, estas características empiezan a ocurrir cada vez más tardíamente, entonces ahí es donde se crea el concepto de cuarta edad para diferenciar a aquellas personas mayores que no tienen una dependencia -que están bastante integradas socialmente- de aquellas personas que ya tienen mayores posibilidades de tener pérdidas de funcionalidad y requerir más redes de apoyo en términos de cuidados, entonces a ellos se los categoriza como cuarta edad y eso ocurre actualmente a partir de los 80 años en términos generales.
Estas son aproximaciones, entonces no es que justo a partir de los 80 comenzamos a ser dependientes; no, pero sí las personas a más edad cronológica, tienen mayores posibilidades de tener esta característica.
¿En qué ámbitos se expresa esa dependencia?
La dependencia en general está conceptualizada en términos de funcionalidad, vale decir, las posibilidades que tengo yo como sujeto de realizar mis actividades de la vida cotidiana de forma independiente y sin requerir de otra ayuda. Después vienen ciertos niveles de pérdida de funcionalidad, donde tengo dificultades para moverme, para tomar determinados objetos, para movilizarme dentro del hogar, y eso va generando niveles de mayor dependencia, donde yo requiero alguna ayuda para realizar alguna de estas actividades. Y la dependencia más severa es cuando para este tipo de actividades requiero de la ayuda de otros. Las personas postradas, por ejemplo, que ni siquiera se pueden levantar de su cama para asearse, alimentarse y requieren de otros.
Considerando que la cuarta edad no es un rango etario en puntual sino que está relacionada con estos niveles de dependencia, ¿de qué manera se está abordando en términos de políticas públicas? ¿Hay políticas enfocadas en este segmento de la población?
Es interesante porque en el caso de nuestro país recién en el año el 2017 el Senado aprobó incorporar el concepto de cuarta edad en la legislación, por lo tanto las personas eran catalogadas como adultos mayores en general y entonces no había diferenciación en la política ni en los sujetos de política. S u incorporación nos permite focalizar políticas especializadas para este grupo poblacional que seguramente van a estar vinculadas a generar determinadas redes de apoyo –apoyos domiciliarios, apoyos domésticos, etc.- y quizás algunos temas de enfermedades crónicas que se focalicen en las personas que requieren de un apoyo extra. Las personas de cuarta edad movilizan recursos institucionales, recursos sociales, redes de apoyo, de forma más significativa que una persona que es totalmente independiente.
Viendo que son muchas las dimensiones involucradas, ¿hay algún énfasis en particular que la política debiera tener en áreas que no están siendo observadas?
No es que no se haya hecho. Efectivamente se ha abordado, pero se requiere una mayor especificidad. Por ejemplo, los temas de cuidado. Ha habido en Chile políticas de cuidado pero más bien enfocado en determinados tipos de cuidadores. Yo creo que ya hay que empezar a pensar en que las cuidadoras de las personas mayores no necesariamente van a ser sus redes familiares. La familia también ha sufrido cambios estructurales en donde se va reduciendo el número de hijos, por lo tanto a futuro hay que pensar en otro tipo de redes comunitarias, que el Estado tiene que proveer también de ciudadores y ciudadoras para este tipo de sujetos.
También hay que generar una política científica que produzca mayores conocimientos en términos de qué ocurre con las diferentes patologías a mayor edad, en la edad avanzada.
¿Por qué encontramos más mujeres que hombres en esta etapa de la vida?
Si pensamos en el aumento de la esperanza de vida -demográficamente se ha ido mostrando- las personas de la cuarta edad van a ser las que van a ir creciendo más rápidamente. Si bien en términos numéricos son menos, su crecimiento es mucho más acelerado. Dentro de eso, si uno mira lo que ocurre con hombres y con mujeres, son las mujeres las mayormente longevas y las que van a vivir más años de vejez. De ahí que se habla no solamente del envejecimiento sino que de la feminización del envejecimiento. Creo también que hay que ir pensando eso. El lugar que tiene la mujer dentro de la sociedad a lo largo de su vida, y que sin duda hay una mayor cantidad de proporción de personas viejas mujeres. Por lo tanto se van configurando dinámicas sociales pensadas también en esta característica de lo femenino. Las mujeres no sólo viven la vejez en términos generales, sino que la viven también siendo viudas y a futuro, mujeres quizás sin hijos, entonces comienza a abrirse una diversidad de experiencias y características de la vejez que quizás hasta el momento no las hemos pensado.
Otras cifras asociadas a las personas mayores tienen que ver con el suicidio. ¿Qué pasa con esa dimensión?
Lo que ocurre es que en términos sociales y culturales pareciera que la sociedad está organizada para que los sujetos hagamos proyectos de vida en la juventud y la adultez. Cuando somos niños nos preparamos, estudiamos; cuando crecemos nos formamos; cuando somos profesionales, trabajamos, etc.; pero ¿qué ocurre en la vejez? Pareciera que se estructura en términos de imaginarios sociales como una etapa de la vida sin sentido y sin proyecto de vida. Parece que dejamos de hacer proyecto de vida cuando llegamos a ser mayores y eso genera efectivamente temas de salud mental muy significativos porque pierde sentido la vida y puede ser uno de los motivos que está detrás de esta crisis, qué ocurre con el sentido de vida de esas personas.
¿Y eso determinaría esta tendencia?
No me atrevería a decir que es lo único porque muchas veces son multicausales, este fenómeno es muy delicado. Aunque pareciera que es una acción muy individual, el suicidio tiene un carácter social muy fuerte, entonces cuando lo mira en la vejez empieza a observar eso, qué ocurre con el lugar que ocupan estos sujetos en la sociedad, el sentido que tienen, el rol que se les da, la experiencia de vida que están teniendo para llegar a tomar esta decisión. Otro tema puede ser es que sea algo que se viene desarrollando a lo largo de la vida.
¿Cómo se puede generar un cambio o tensionar este imaginario respecto a la vejez, considerando que estamos viviendo más tiempo?
Yo creo que mucho tiene que ver con cómo se conceptualiza la vejez como etapa de la vida. Generalmente ocurre que es la última etapa, que todo ya se hizo y ahora uno llega al desenlace y no, porque con el aumento de la esperanza de vida, la vejez es una verdadera etapa de la vida.
Entonces creo que hay que pensarlas en términos de proyecciones también. Que los sujetos todavía podemos aportar, podemos hacer, no es sólo lo que hicimos y nuestro pasado, sino que ese pasado me genera una serie de recursos sociales para aportar a la sociedad, entones hay que pensar más bien que las personas mayores son personas del presente y del futuro, y no solamente del pasado.